domingo, marzo 13, 2016


Por: Ivana Jiménez

Robert Jahns-The Most Famous Artist


El lenguaje permite que los individuos expresen sus pensamientos. Esto se puede llevar a cabo a través de la escritura o el habla. En la Biblia se hace referencia al lenguaje en el mito de la torre de Babel. Esta cuenta la historia de una civilización que construyo una torre tan alta que pretendía llegar hasta Dios. Para castigar la pretensión del Hombre, Dios creó los idiomas para que los hombres no pudiesen entenderse entre sí. Aquí vemos como el lenguaje se deformó y dio como resultado los idiomas o  lenguas. Al hablar se busca decir lo que se piensa, sin embargo muchas veces no se logra llevar esto a cabo, ya sea por falta de vocabulario o simplemente por no saber cómo explicarlo. ¿Decir lo que pensamos es decir la verdad? ¿Qué relación existe entre lo que decimos y lo que sabemos? Podemos  preguntarnos: ¿El lenguaje permite expresar nuestros conocimientos o deformar la realidad?

A lo largo de la vida el Hombre va adquiriendo conocimientos y va formando un carácter y un criterio. Si tomamos el ejemplo del padre y el hijo, el primero se encuentra en la posición de transmitir dichos conocimientos a su sucesor. Hay una transmisión inter-generacional vertical del saber. En una primera instancia se utiliza el habla ya que es la herramienta que se usa con más frecuencia en el día a día. A través de explicaciones y ejemplos es posible ilustrar los conocimientos que se poseen. Sin embargo, como se sabe si lo que se está diciendo es verdad.
Pues bien, como se dijo previamente el primer paso a la introducción del saber se hace en el núcleo familiar, seguidamente se puede reforzar este aprendizaje integrando el sistema educativo, la escuela. Ahí se busca ensenar a los alumnos la correcta expresión de sus pensamientos, en términos de sintaxis, organización y pertinencia. Muchas veces esta tarea es muy difícil de llevar a cabo ya que pueden haber diferencias entre lo que debe ser aprendido y la opinión de cada individuo. Cada alumno tiene un punto de vista diferente, por ende la dificultad se encuentra en adaptar lo que uno sabe con la realidad. Aquí aparece la noción de verdad. Cada opinión es considerada una verdad para el individuo que la defiende. Por lo tanto podríamos pensar que existen muchas verdades, y puede existir el caso en el cual estas convergen en una sola opinión. Lamentablemente este no es el caso. Aun cuando hay muchas versiones de la misma historia siempre va a haber una que va a sobresalir entre las otras, ya sea porque la ciencia puede verificarla o porque bajo un principio de democracia la mayoría está de acuerdo con ella.
¿Cómo saber cuál es la versión correcta? El habla permite defender cada teoría pero muchas veces no es suficiente y hay que utilizar el lenguaje corporal. Este hace referencia a todos esos gestos que permiten que cada quien se haga entender. Para aquellas personas que no poseen la capacidad de hablar, el lenguaje de señas es la principal herramienta para expresarse... Para otros, los gestos son un elemento adicional que permite hacer énfasis en algún punto del argumento. Los gestos pueden ser faciales, lo que conlleva a integrar al lenguaje, la expresión de los sentimientos. Distinguimos acción e intención. Muchas veces lo que se dice no causa el efecto esperado o es interpretado de manera errónea. La interpretación de una idea es importante en el lenguaje. F. De Saussure muestra la importancia del concepto en el lenguaje en su obra Curso de Lingüista General. Ahí explica la relación entre el significado, el sonido, y el significante la idea que representa este sonido. Esto se conoce como “el signo lingüístico”. Su teoría explica que cada sonido se encuentra relacionado a un concepto. Sin embargo esta relación es completamente arbitraria. Es por eso que una misma idea puede  estar representada por diversas palabras en diferentes idiomas. Consecuentemente nos damos cuenta de que el lenguaje puede no ser suficiente para mostrar la verdad.

Por costumbre aceptamos la relación entre el significante y el significado aun cuando de se tiene una explicación concreta que permita responder el “¿por qué?”. Por ejemplo, ¿Por qué la vaca se llama vaca en vez de llamarse “mu”? Este último es el sonido que hace este animal pero se le dice “vaca”. Este nombre releva posiblemente de alguna lengua antigua como el latín como es el caso para muchas palabras del diccionario occidental. De cierta forma el lenguaje deforma la realidad ya que en vez de utilizar los elementos que ya se encuentran presentes en la naturaleza busca incluir elementos extraños, sin explicación.
El origen de las palabras no es el único problema que surge en el lenguaje. También podemos preguntarnos, ¿por qué no decimos todo lo que pensamos? S. Freud relaciona el lenguaje y el inconsciente. El “lapsus linguae” consiste en deformar la palabra, comúnmente se observa en una conversación en la cual no se dice lo que se piensa por error, se pronuncia mal una palabra o no se logra sintetizar una idea. “Entre el inconsciente y la consciencia se encuentra la censura”, explica Freud. Podemos ilustrar esta idea  través de la imagen de la represa: las ideas conforman el agua y la censura es la represa, al otro lado de esta se encuentra la consciencia y de cierta forma: la realidad.

Una vez más el lenguaje nos permite expresar lo que sabemos. Sin embargo a la hora de demostrarlo las ideas pueden ser distorsionadas, inconscientemente. 

miércoles, marzo 02, 2016

Por: Ivana Jiménez

Growing Love -Eugenia Loli

Como muchos saben, el 14 de febrero se celebra el día del amor y la amistad. Alguna vez se han preguntado, ¿porque este día en particular? No existe  una explicación a ciencia cierta. Sin embargo expertos  dicen que esta fecha fue escogida por el Papa Gelasio en el siglo V   para honrar a San Valentín. Más adelante, a mediados del siglo XV nació la costumbre de intercambiar regalos y cartas de amor en esta fecha, sobretodo en Francia y Gran Bretaña.

Hoy en día esta fecha simboliza el día en el que por fin hay una excusa para dar regalos. Muchos pasan horas planeando lo que van a hacer en este día con su pareja y otros hacen todo a último minuto. Este año pasé mi San Valentín acompañada de un burrito y una merengada. Estaba en el centro comercial, pasé por una librería y me encontré con dos muchachos jóvenes en busca de un papel de regalo. Uno de ellos llevaba una cartera recién comprada, y no sabía cómo envolverla para su novia. Su amigo le dice que ponerle un moño es más que suficiente… Las vendedoras que se encontraban en la librería soltaron un “¡qué horror!” al escuchar aquel comentario. Cuando se dieron cuenta de que tenían la atención de los dos jóvenes prosiguieron a explicarles la importancia de una buena presentación, sobretodo en un día tan especial como ése. Lograron convencerlo de comprar una bolsa de regalo, un moño rosado grande, una tarjeta e incluso un peluche. Podríamos pensar que fue una buena estrategia de venta o simplemente un lindo gesto de amabilidad.

En ese momento una idea pasó por mi cabeza: ¿qué tal si el día de San Valentín no es más que un invento para ser consentidos aunque sea una vez al año? Tendría sentido. Muchas parejas y amigos pueden discutir o pelear a lo largo del año, pero el 14 de febrero es la excusa perfecta para decir “Amor, no quiero arruinar el San Valentín, no hay por qué pelear” y así zafarse fácilmente de cualquier problema en que se hayan metido. Este día no sólo tiene la capacidad de borrar memorias sino que además desaparece calorías. En lo personal, aprecio mucho esta última característica; ese día mi filosofía de vida es “todas las calorías que ingieras se transformaran en amor”. Sobre todo debido a esos odiosos mensajitos que traen los paquetes en los que dice “500cal/100g”. Por si fuera poco, cuando lees detenidamente, el chocolate que acabas de comer tiene 500g y te das cuenta que ya ingeriste todas tus calorías del día. En momentos como esos uno desearía que el 14 de febrero nunca se acabara y así nunca se discute ni se engorda. Perfecto, ¿no? Ahora imagínense que en verdad este día fuese eterno: chocolates, mensajitos tiernos, peluches, besos, abrazos. No se ustedes pero creo que después de cierto punto tendría una sobredosis de amor y probablement un exceso de azúcar y cursilerías en mi sistema. Creo que sería extraño no tener conflictos por el resto de tu vida ya que sigue siendo San Valentín. En este caso creo que cambiarían las reglas del juego y quién sabe, quizás el amor pase a un segundo plano.

Honestamente no tengo mucha experiencia en la vida amorosa pero imagino cómo debe ser el 15 de febrero: “¿Pensaste en lo que te dije el otro día?” “¿Eres un fastidio?” “Ah claro, como ya pasó el 14 de febrero ya no me quieres”. Seguramente me estoy yendo a los extremos y para muchos es sólo un día común y corriente. Aunque debo admitir que para una parodia o una comedia sería excelente ver qué sucede el 15 de febrero. En la mañana de este día todo vuelve a ser normal. No hay desayuno en la cama, ni rosas en el trabajo. De cierta forma nos bajamos de la nube y volvemos al paraíso terrenal.

Sin embargo hay relaciones o amistades que tratan de hacer que cada día sea especial. No hace falta una carta o un peluche para demostrar cariño y aprecio. A veces, una sonrisa o un mensaje de buenos días hacen mucho más que una docena de rosas. Gracias a este último argumento nos damos cuenta de que todos los días pueden ser San Valentín y no hace falta un calendario que defina cuando hay que dar amor. Hay personas que no celebran este día ya que lo ven como una excusa materialistas para recibir algo a cambio de su amor. Para aquellas personas, les digo: no está mal querer dedicar un día sólo para consentirse. En mi caso, como dije previamente ese burrito fue el mejor regalo del día, hey el chico de la barra me guiñó el ojo así que no estuvo tan mal.

Entonces, ¿el día de San Valentín dura muy poco o más bien demasiado?
 
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