domingo, abril 26, 2015

¿Mientes?

 
Por: Ivana Jiménez
-Alex Nero


Desde pequeños nos enseñaron lo que es la honestidad y su importancia. Sin embargo la educación se basa en un constante aprendizaje de opuestos, con el fin de distinguir lo correcto de lo incorrecto. Es por eso que junto a la honestidad aprendimos lo que es la mentira, y además nos enseñaron que decir mentiras no está bien. Ahora la pregunta es ¿alguien nos enseñó a mentir?
Recuerdo un escenario bastante cómico en el que las paredes de la sala de mi casa estaban rayadas de azul y mi hermano menor tenía casualmente un marcador de ese color en su mano. Lo primero que cruzó mi cabeza fue “mi mamá nos va matar” segundos después fui a buscar algo para limpiar las paredes. Tristemente se trataba de marcador indeleble y no se borraba. Al llegar la tarde, mi mamá entró a la casa y vió la paredes, enseguida mi hermano comenzó a llorar. Sin embargo cuando le preguntó quién había rayado las paredes él mintió y dijo que no sabía quien lo había hecho. Me pareció muy curiosa su reacción ya que se trata de un niño de 3 años que practicamente apenas está descubriendo el mundo. Generalmente al querer probar como funciona la culpa se “experimenta” con adultos pues es más fácil comunicarse con ellos. En este caso mi “experimento” fue con un bébé. En la mañana de ese día se le había dicho a mi hermano que solo rayara los papeles y cuadernos que se le habían dado, si embargo decidió no hacer caso. Me causó gracias saber que a esta corta edad ya tenía indicios de rebeldía y al mismo tiempo empezaba a experimentar culpa ya que su reacción ante la llegada de mi mamá fue el llanto.
Al estar en una situación incómoda/tensa tendemos a querer buscar una salida fácil incluso cuando ésta no sea honesta: Nacen las mentiras. ¿Realmente sabemos lo qué son? En mi opinión, una mentira es una respuesta del cerebro que nace ante la duda. Al estar bajo presión tenemos dos opciones: decir lo primero que se nos viene a la cabeza o elaborar una respuesta. Muchas veces lo primero que decimos es coherente ¿o muchas veces lo que decimos suena coherente y no lo es? Ya sea por hacer una broma o para engañar a alguien, recurrimos a las mentiras. Pienso que las mentiras son algo propio a los seres humanos, es la única especie que desarrolla por si mismo la capacidad/necesidad de engañar y que además, como mi hermano, después de mentir siente culpa. Suena extraño, ¿no? Pareciera que nuestro cerebro está conspirando en nuestra contra ya que nos muestra que podemos hacer algo indebido y nos castiga por haberlo hecho. Por mi parte, no logro imaginar un mundo de sin mentiras, eventualmente caeriamos en una situación incómoda en la que la verdad no sería la mejor opción. No se si es gracias al proceso evolutivo de los humanos o desde el inicio el hombre ha sido así, sentimos empatía. Por eso creo que aunque los padres, abuelos, profesores, y muchos otros nos digan que mentir está mal ya es algo indispensable en la sociedad. Se dice que hay gente “sin filtro” ya que dicen todo lo que piensan, puede que sean las personas más felices del mundo como puede que tengan muchos problemas debido a su honestidad. Las mentiras vienen en diferentes formas y tamaños y pueden ser utilizadas en diversas situaciones. Generalmente las personas las usan para evitar herir los sentimientos de otros ya que la verdad puede llegar a ser muy dolorosa. Creo en las reacciones en cadena y pienso que si se eliminaran las mentiras, el sistema colapsaría, incluso el número de problemas causados por decir la verdad sería superior a aquellos causados por decir mentiras.  Ahora te toca a ti ¿mientes?

De cierta forma, lo dicho previamente es un mensaje para aquellos padres que deciden enseñarles a sus hijos a abstenerse de hacer ciertas cosas, como mentir. También va para aquellos adolescentes que creen que con mentiras van a llegar a un buen futuro. No solo para ellos, esta reflexión va para aquellas personas que sienten como yo que hay algo que “choca” en sus vidas, algo que parece no estar bien y que por más que lo intenten a veces no logran saber que es. Esta vez tomé el ejemplo de las mentiras, para mostrar que no hay que irse por los extremos y hay que saber ver la vida en gris en vez de “blanco o negro”. Admito que esta última parte parece no tener relación con la primera, si lo piensan bien, no hay una conexión.
 
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