Por: Ivana Jiménez
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El lenguaje permite que los individuos expresen sus pensamientos.
Esto se puede llevar a cabo a través de la escritura o el habla. En la Biblia
se hace referencia al lenguaje en el mito de la torre de Babel. Esta cuenta la
historia de una civilización que construyo una torre tan alta que pretendía
llegar hasta Dios. Para castigar la pretensión del Hombre, Dios creó los
idiomas para que los hombres no pudiesen entenderse entre sí. Aquí vemos como
el lenguaje se deformó y dio como resultado los idiomas o lenguas. Al hablar se busca decir lo que se
piensa, sin embargo muchas veces no se logra llevar esto a cabo, ya sea por
falta de vocabulario o simplemente por no saber cómo explicarlo. ¿Decir lo que
pensamos es decir la verdad? ¿Qué relación existe entre lo que decimos y lo que
sabemos? Podemos preguntarnos: ¿El
lenguaje permite expresar nuestros conocimientos o deformar la realidad?
A lo largo de la vida el Hombre va adquiriendo conocimientos y va
formando un carácter y un criterio. Si tomamos el ejemplo del padre y el hijo,
el primero se encuentra en la posición de transmitir dichos conocimientos a su sucesor.
Hay una transmisión inter-generacional vertical del saber. En una primera instancia
se utiliza el habla ya que es la herramienta que se usa con más frecuencia en
el día a día. A través de explicaciones y ejemplos es posible ilustrar los
conocimientos que se poseen. Sin embargo, como se sabe si lo que se está
diciendo es verdad.
Pues bien, como se dijo previamente el primer paso a la introducción
del saber se hace en el núcleo familiar, seguidamente se puede reforzar este aprendizaje
integrando el sistema educativo, la escuela. Ahí se busca ensenar a los alumnos
la correcta expresión de sus pensamientos, en términos de sintaxis, organización
y pertinencia. Muchas veces esta tarea es muy difícil de llevar a cabo ya que
pueden haber diferencias entre lo que debe ser aprendido y la opinión de cada
individuo. Cada alumno tiene un punto de vista diferente, por ende la
dificultad se encuentra en adaptar lo que uno sabe con la realidad. Aquí
aparece la noción de verdad. Cada opinión es considerada una verdad para el
individuo que la defiende. Por lo tanto podríamos pensar que existen muchas
verdades, y puede existir el caso en el cual estas convergen en una sola opinión.
Lamentablemente este no es el caso. Aun cuando hay muchas versiones de la misma
historia siempre va a haber una que va a sobresalir entre las otras, ya sea
porque la ciencia puede verificarla o porque bajo un principio de democracia la
mayoría está de acuerdo con ella.
¿Cómo saber cuál es la versión correcta? El habla permite defender
cada teoría pero muchas veces no es suficiente y hay que utilizar el lenguaje
corporal. Este hace referencia a todos esos gestos que permiten que cada quien
se haga entender. Para aquellas personas que no poseen la capacidad de hablar,
el lenguaje de señas es la principal herramienta para expresarse... Para otros,
los gestos son un elemento adicional que permite hacer énfasis en algún punto
del argumento. Los gestos pueden ser faciales, lo que conlleva a integrar al
lenguaje, la expresión de los sentimientos. Distinguimos acción e intención.
Muchas veces lo que se dice no causa el efecto esperado o es interpretado de
manera errónea. La interpretación de una idea es importante en el lenguaje. F.
De Saussure muestra la importancia del concepto en el lenguaje en su obra Curso
de Lingüista General. Ahí explica la relación entre el significado, el
sonido, y el significante la idea que representa este sonido. Esto se conoce
como “el signo lingüístico”. Su teoría explica que cada sonido se encuentra
relacionado a un concepto. Sin embargo esta relación es completamente
arbitraria. Es por eso que una misma idea puede
estar representada por diversas palabras en diferentes idiomas.
Consecuentemente nos damos cuenta de que el lenguaje puede no ser suficiente
para mostrar la verdad.
Por costumbre aceptamos la relación entre el significante y el significado
aun cuando de se tiene una explicación concreta que permita responder el “¿por
qué?”. Por ejemplo, ¿Por qué la vaca se llama vaca en vez de llamarse “mu”?
Este último es el sonido que hace este animal pero se le dice “vaca”. Este
nombre releva posiblemente de alguna lengua antigua como el latín como es el
caso para muchas palabras del diccionario occidental. De cierta forma el
lenguaje deforma la realidad ya que en vez de utilizar los elementos que ya se
encuentran presentes en la naturaleza busca incluir elementos extraños, sin explicación.
El origen de las palabras no es el único problema que surge en el lenguaje.
También podemos preguntarnos, ¿por qué no decimos todo lo que pensamos? S.
Freud relaciona el lenguaje y el inconsciente. El “lapsus linguae” consiste en
deformar la palabra, comúnmente se observa en una conversación en la cual no se
dice lo que se piensa por error, se pronuncia mal una palabra o no se logra
sintetizar una idea. “Entre el inconsciente y la consciencia se encuentra la
censura”, explica Freud. Podemos ilustrar esta idea través de la imagen de la represa: las ideas
conforman el agua y la censura es la represa, al otro lado de esta se encuentra
la consciencia y de cierta forma: la realidad.
Una vez más el lenguaje nos permite expresar lo que sabemos. Sin
embargo a la hora de demostrarlo las ideas pueden ser distorsionadas,
inconscientemente.